Soy suficiente y merezco cosas buenas
Seguramente has escuchado una frase similar a "soy suficiente y merezco cosas buenas".
Yo intentaba hacer mía esa frase y traducirla en prosperidad, amor, salud y abundancia; pero esa
creencia no resonaba en mi interior.
Sabía que, por derecho divino, me correspondía la abundancia de cosas buenas, pero algo dentro de
mi ser se oponía a ello.
No es hasta que indagué en las profundidades del corazón de mi niña interior que descubrí que
vivencias dolorosas de mi infancia, me hicieron creer que no sólo NO merecía cosas buenas, sino
que merecía que me pasaran cosas malas.
Vivir desconociendo las fracturas emocionales experimentadas durante la niñez, crea angustia e
incertidumbre durante la edad adulta. Para muchos es muy doloroso recordar lo vivido siendo niños,
para otros, esas vivencias han quedado sepultadas en lo más profundo del subconsciente.
Muchas veces sentimos que somos los únicos que hemos pasado por situaciones complejas o
dolorosas durante nuestra infancia, o en cualquier etapa de la vida; pero la verdad es que cada ser
humano padece situaciones diferentes para lograr aprendizaje, evolución y trascendencia.
Es necesario reconocer que un niño interior herido emocionalmente, es un adulto con frustraciones,
enojo, miedo, con pensamientos que se tornan obsesivos y hasta ansiosos.. Parece que mientras
más luchamos por salir de esa situación, más nos anclamos al dolor y sufrimiento.
Si existen heridas emocionales generadas en la infancia o se ha sufrido de alguna pérdida en una
etapa posterior, por ejemplo, un divorcio, la pérdida de un ser querido, inestabilidad financiera,
deterioro de la salud; es muy probable estacionarse en un estado de profunda tristeza.
No es posible esconder, descartar o hacer a un lado lo vivido en la niñez para tener una vida en
plenitud en la edad adulta, por eso es importante trabajar en la sanación del niño interior. En caso
de pérdida, es vital trabajar en el proceso de duelo correspondiente.
No es conveniente seguir desconociendo y postergando la sanación, ya que eso deriva en
relaciones amorosas, personales o laborales complicadas, falta de dinero o de salud, desequilibrio
e inestabilidad en nuestro existir.
El primer paso es reconocer que dentro de nosotros existe una niña o niño interior que debe ser
atendido y abrazado. Admitir que, estemos conscientes o no de las vivencias dolorosas en
cualquier etapa de la vida, es necesario perdonar. Aunque existan situaciones graves que pareciera
que es imposible reconciliarse, debe concederse el perdón; porque sin perdón, no hay liberación.
Quizá sea muy difícil perdonar, pero se debe de considerar que el perdón es para quien lo otorga,
no para quien lo recibe; ya que esa persona ni siquiera pudiera enterarse de que has realizado el
proceso del perdón o quizá desconozca todo el daño que causó y seas sólo tú quién arrastre con
ese lastre emocional.
Considera darte el regalo más grande que puedas recibir, el perdón.

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